El Hospital de Sant Pau o cómo curarse en el paraíso
Uno de los monumentos más impresionantes y menos visitados de Barcelona es el Hospital de Sant Pau que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 1997.
El 15 de enero de 1902 comenzaron las obras del nuevo hospital de la Santa Creu. El viejo edificio del Raval se había quedado pequeño y obsoleto debido al crecimiento de la población y a las enfermedades tropicales que llegaban a la ciudad de la mano de los combatientes que volvían de las colonias. Al nombre de la Santa Creu que llevaba el hospital medieval se le añadió el de Sant Pau, recordando a su gran benefactor, Pau Gil.
Pau Gil, propietario de la Banca Gil de París murió en 1896, sin hijos. En su herencia, del dinero obtenido tras la liquidación del banco, encargó que se hicieran dos partes. Una se repartiría entre todos sus sobrinos y la otra, unos cuatro millones de pesetas, debía utilizarse para construir un nuevo hospital en Barcelona.
El hospital más moderno que se pudiera construir
El hospital tenía que estar dividido en pabellones, siguiendo el modelo de los que en aquel momento se construían en Europa. En 1903 ya estaban en construcción 12 de los 48 pabellones que Lluís Domènech i Muntaner había diseñado. Se acabaron haciendo 27.
Pero Pau Gil no fue el único benefactor. Su dinero se acabó en 1910 y, aunque hubo algun donante más, el proyecto no acababa de arrancar.
Sin embargo, esta situación, empezó a cambiar finalmente en verano de 1920. La MIA, la institución encargada de la gestión del hospital, decidió poner en marcha una llamada a la ciudadanía. Se pidió la ayuda a un pintor bastante conocido en aquel momento, Joan Llimona. Llimona regaló un dibujo a color con una imagen que hablaba por si misma: desde la puerta del Hospital, una de las monjas que asistía a los enfermos, miraba entristecida como un hombre mayor apoyado en su hija se alejaba del hospital tras ver un gran rótulo colgado en la puerta: «No hay camas».
Buscando más dinero
De este dibujo se hicieron un gran numero de copias que se colocaron en las parroquias de los barrios de la ciudad. Muchos notarios colgaron el dibujo en sus despachos, de forma que cuando la gente iba a hacer testamento, no podían olvidar las necesidades del hospital.
El empuje fue tal que, aunque no se recaudó suficiente dinero para terminar las obras, si se consiguió para terminar algunos de los pabellones. Esto permitió poder hacer el traslado definitivo de los enfermos que aún eran atendidos en el viejo hospital del Raval hacia el nuevo hospital de Sant Pau.
Además, este traslado permitió también poder vender el antiguo edificio al Ayuntamiento. Y esta venta, ahora sí, permitió tener el dinero suficiente para poder terminar el nuevo hospital.
En 1928 el rey Alfonso XIII acudía a su inauguración. Famosa es la frase del rey cuando visitó todo el recinto. «Los barceloneses sois bien curiosos. A los enfermos les construís un palacio y a vuestro rey lo ponéis en los establos».
Parece ser que no sólo quedó impresionado por el Hospital de Sant Pau. Hacía poco tiempo que la burguesía de Barcelona, encabezada por los Güell le había regalado un palacio en la finca que la familia tenía en Pedralbes y al rey no le había gustado demasiado este nuevo palacio real en la ciudad.
Pero de eso ya hablaremos otro día.
Si quiere visitar el Hospital de Sant Pau, no se pierda alguna de nuestras visitas guiadas al Recinto Modernista de Sant Pau. Seguro que a partir de ahora lo verá de otra manera.
Y si prefiere combinar la visita del Hospital de Sant Pau con la Sagrada Familia no se lo piense más. Solo 10 minutos de paseo separan estas dos joyas arquitectónicas de la ciudad.