El santuario de Montserrat, uno de los lugares más impresionantes y visitados de Catalunya, celebra su aniversario, y nosotros queremos aprovechar la ocasión para explicarte, o recordarte, algunas de las curiosidades sucedidas durante estos 1000 años.
12 curiosidades para celebrar el Milenario de Montserrat
1. Milenario de Montserrat. Más de 1000 años de veneración a la Virgen.

Aunque el monasterio celebra su Milenario, la tradición explica que el hallazgo de la imagen de la Virgen es mucho más antiguo. Parece ser que unos pastorcillos se encontraron la imagen en el interior de una de las numerosas grutas de la montaña. Aunque siempre es difícil datar las leyendas, las primeras referencias escritas que hablan de Montserrat rondan el año 880. Eran tiempos del conde Guifré el Pilós, el primer conde de Barcelona que decidió que sería su hijo quien le sucedería, originando así la dinastía del Casal de Barcelona que perduró hasta el siglo XV.
La leyenda dice que decidieron llevarla a un lugar no tan inhóspito como aquel, pero que la imagen se fue haciendo cada vez más y más pesada, hasta que llegados al lugar donde hoy está el santuario, ya no pudieron continuar avanzando con ella. Así, todos entendieron que la voluntad de la Virgen era la de quedarse en la montaña.
2. El abad Oliba, uno de los padres de la patria, fue el fundador del Monasterio de Montserrat.
Más allá de las leyendas, los documentos nos hablan de la fundación del Monasterio en el año 1025. Es por eso que ahora se celebra el Milenario de Montserrat.
El abad Oliba, que en aquel momento era abad de Ripoll y el obispo de Vic, decidió unificar un conjunto de ermitas que estaban repartidas por toda la montaña y fundó así un monasterio benedictino que dependió de Ripoll hasta el siglo XV, el Priorato de Montserrat.
El 1409, el monasterio se convirtió en una abadía independiente, pero la independencia duró bien poco porque a partir de 1493 pasó a depender del monasterio de San Benito de Valladolid. Parece ser que durante una visita que hicieron los Reyes Católicos, se quedaron escandalizados de la vida «no demasiado espiritual» que llevaban los monjes y decidieron ponerlo bajo el gobierno del monasterio castellano para reconducirlo por el buen camino.

3. En el siglo XV, los abades de Montserrat eran comendatarios.

De hecho, uno de los factores que contribuyó a hacer que la vida monástica no fuese tan estricta como debería, fue el hecho de que, durante el siglo XV, los abades fuesen comendatarios.
Esto quiere decir que, aunque mandaban en el monasterio, no vivían en él. No debemos olvidar que la figura del abad en la Edad Media era muy distinta al actual. Los monasterios eran auténticos señores feudales que, a menudo, tenían propiedades repartidas por todo el territorio, incluso a mucha distancia, como consecuencia de los donativos que recibían en concepto de expiación.
El abad comendatario más «mediático» que tuvo Montserrat fue Giuliano della Rovere. Durante su mandato, que compaginó con el cargo de obispo de varias ciudades, se empezaron las obras del claustro gótico. Y es que esto de las grandes obras, a él ya le gustaba. Unos años después llegó a ser Papa en Roma y pasó a la historia como Julio II, un verdadero Papa del Renacimiento, gran amigo de Rafaello y Bramante y mecenas de Miguel Ángel.
4. Del esplendor medieval a la decadencia del siglo XIX
El pasado medieval de Montserrat fue esplendoroso. La devoción por la Virgen y la fama de sus milagros convirtieron al santuario en un punto de parada para los peregrinos que cruzaban el Mediterráneo y desembarcaban en Barcelona para continuar su camino hacia Santiago de Compostela. Y también para los que iban hacia Barcelona para seguir viaje hacia Roma.
Este cruce de caminos dejó un gran legado económico, pero también cultural. Una mezcla de gentes, lenguas y culturas que se materializa en el «Libro Rojo de Montserrat», un manuscrito del siglo XV que recopila músicas y contenidos litúrgicos medievales que servían para que los peregrinos tuviesen un comportamiento adecuado durante su paso por Montserrat.
Pero todo cambió a principios del siglo XIX, porque este fue el peor momento vivido por Montserrat.

Durante la Guerra de la Independencia y después de la legendaria Batalla del Bruc en la que un grupo de gente del pueblo, ayudados por el eco de las montañas, hicieron huir al ejército francés, Montserrat vivió su momento más trágico.
El avance de las tropas del General Suchet hacia el interior de Cataluña le llevó a destruir el Santuario para evitar que las milicias locales, los miquelets, se refugiaran para atacarles de nuevo, como ya había sucedido unos años antes. Los monjes a penas tuvieron tiempo de huir llevándose la imagen de la Virgen y poco más. Así, el Monasterio quedó abandonado durante más de 40 años.
5. La reconstrucción, física y moral, de Montserrat.

Hasta 1844 los monjes no pudieron retornar a Montserrat. Unos años después, en pleno periodo de la Renaixença, empezó la reconstrucción física de los edificios. Se restauró la basílica que, aunque había sido incendiada, había conservado la estructura, y también se reconstruyó una parte del antiguo claustro gótico.
El resto fue construido de nuevo. Se trataba de reconstruir un santuario a la vez que se estaba recuperando la cultura del país. Fue en ese momento cuando Montserrat comenzó a transformarse en un símbolo de la reconstrucción de la cultura catalana.
Y en esta reconstrucción participaron todas las figuras principales de la cultura catalana que en aquel momento renacía. Arquitectos como Francisco de Paula del Villar, el primer arquitecto de la Sagrada Familia, Puig i Cadafalch o el propio Gaudí como ayudante del Villar, también participó reconstruyendo algunos espacios que después serían decorados por Llorenç Vallmitjana, Josep Llimona, Josep Obiols y tantos otros artistas modernistas y novecentistas.
6. El Virolai, casi un himno nacional cantado a la Moreneta
Pero sí hay algo que identifica este sentimiento hacia Montserrat es, sin duda, el Virolai.
Un Virolai es un poema para ser cantado, compuesto en este caso por Mossèn Cinto Verdaguer, otra figura esencial en la Renaixença cultural y nacional, y para el cual, en 1880, Josep Rodoreda i Santigós escribió la música, convirtiéndolo así en un himno de alabanza hacia la Virgen.
Pero este himno religioso se transformó en un auténtico himno nacional cuando, durante las dictaduras del siglo XX, primero la de Primo de Rivera y posteriormente la de Franco, prohibieron cantar el himno oficial de Cataluña, el Cant dels Segadors.
Era habitual ver, y en ocasiones aún lo sigue siendo, personas en pie en el interior de la Basílica, con la mano en el pecho y, a veces, lágrimas en los ojos, acompañando con sus voces a las de la Escolanía, entonando juntos su canto más querido.

7. La Escolanía, uno de los coros más antiguos de Europa

La Escolanía es otro de los elementos que no podemos desvincular de Montserrat. Los 50 niños, de entre 9 y 14 años, que cantan en honor de la Virgen, protagonizan uno de los momentos más emotivos del día en Montserrat.
Sabemos de la existencia de la Escolanía, al menos, desde el siglo XIV. Y esto la convierte en uno de los coros de voces blancas más antiguos de Europa.
Los niños que la conforman siguen los estudios académicos en el mismo monasterio donde, además de las asignaturas normales que cualquier otro niño de su edad cursa en Cataluña, ellos estudian solfeo, canto, piano y un segundo instrumento, que pueden escoger.
Cada día, a la 1 del mediodía, cantan en honor de la Moreneta y por las tardes, participan del oficio de vísperas, mucho más recogido, porque a menudo la Basílica está prácticamente vacía, en una hora en que Montserrat toma un carácter mágico, cuando ya prácticamente no quedan visitantes.
8. Una montaña sobrenatural.
Porque antes de todo lo que hasta ahora os hemos explicado, Montserrat es una montaña, pero una montaña muy especial.
Ahora sabemos que fue la erosión quien, durante millones de años, modeló sus rocas hasta darles la forma serrada que hoy en día le da nombre.
Antiguamente, las leyendas eran las que explicaban lo inexplicable, y contaban que habían sido ángeles los que, con sierras de oro, habían tallado un trono para la Virgen, tal y como nos recuerda la letra del Virolai.
Y antes, mucho tiempo antes, aun sin ningún tipo de explicación humana, los pueblos paganos ya consideraban a esta montaña como un lugar sobrenatural donde invocar la fuerza de la madre naturaleza.

9. La Moreneta, la Virgen Negra, que no siempre fue oscura

Y aquellos pueblos paganos dejaron en las cuevas que hay repartidas por la montaña, numerosas estatuillas de tierra negra, más fértil que la blanca, hechas para invocar la fertilidad. Este hecho hizo nacer numerosas teorías sobre el color negro de la Virgen de Montserrat. Estas y otras muchas pretendían explicar el misterio de una imagen que, hasta el siglo XVI, no se empezó a representar con la piel oscura.
De nuevo la ciencia resolvió el misterio y ahora sabemos que la madera con la que fue tallada la imagen., que data del siglo XII, era de álamo blanco, pintada con blanco de plomo que, seguramente con el humo de las velas, se fue oxidando hasta que alguien decidió oscurecerla «oficialmente» con una mano de pintura marrón en el siglo XVI y con otra, ya definitiva y de color negro, en tiempos de la Renaixença.
Por cierto, que el Niño Jesús que la acompaña, es bastante más joven que ella, ya que la imagen le fue añadida en el siglo XVI.
10. La Abadía de Montserrat, un centro cultural de primer orden.
Todo esto convierte a Montserrat en el gran centro espiritual de Catalunya. Pero Montserrat es también un gran foco cultural.
Lo fue ya en tiempos del prior, y después abad, Cisneros, que el 1493 hizo instalar una imprenta que permitió realizar numerosos incunables, algunos de los cuales aún se conservan en la Bibiloteca del monasterio. Más de 500 años después, las publicaciones de la editorial de la Abadía de Montserrat, siguen siendo un referente cultural y literario en el territorio .
Otro espacio emblemático es el Museo, con una excelente colección de arte moderno y contemporáneo catalán, pero también de obras más antiguas, entre las que destaca el San Jerónimo de Caravaggio.

Además de pintura y escultura, el museo de Montserrat expone también objetos arqueológicos procedentes de territorios que fueron escenarios bíblicos, como por ejemplo Egipto, la antigua Persia o Tierra Santa, en una colección iniciada por P. Bonaventura Ubach, uno de los monjes más aventureros que han vivido en Montserrat.
Un repaso al pasado y también al presente y al futuro del arte, con la incorporación hace un tiempo de los murales de Lily Brick que han llegado también a Montserrat para invitarnos a sumergirnos (y nunca mejor dicho porque el museo está situado debajo de la plaza principal del santuario), el mundo del arte también en Montserrat.
11. Más allá del santuario

Montserrat, sin embargo, no termina en la explanada del Santuario. Si visitáis la montaña con motivo del Milenario, os la tenéis que mirar en su conjunto. Por eso, nada mejor que alejaros del bullicio que rodea a la Basílica, para caminar, por ejemplo, hasta la Cruz de San Miguel, en un paseo que os llevará unos 20 o 25 minutos.
Desde allí tendréis la imagen que tenían los antiguos peregrinos que, tras una fuerte y prolongada subida a pie, llegaban al monasterio por este camino que, desde Collbató, era el acceso natural a la Abadía.
Si preferís no caminar, o no hacerlo en subida, podéis tomar el funicular i subir hasta San Juan. Mientras os alejáis de la estación inferior, veréis el monasterio que se va haciendo cada vez más pequeño y la montaña cada vez más grande y cercana. Una vez en la estación superior, podréis apreciar cómo Montserrat es una especie de seta que sobresale con fuerza en mitad de una enorme llanura.
Otra cosa que podéis hacer, sobre todo si estáis acostumbrados a caminar por la montaña, pero sin salir de los itinerarios marcados, es bajar hasta la Santa Cueva. El camino que conduce hasta allí está decorado con magníficas esculturas que van marcando las estaciones de un Via Crucis monumental. Escuchar y sentir el silencio de este paseo es algo inolvidable.
Y si aún tenéis tiempo y ganas, no dejéis de visitar Santa Cecilia. De hecho, se trata de la construcción más antigua que se conserva en la montaña. Aunque ha sido restaurada en varias ocasiones, la iglesia de Santa Cecilia es un magnífico ejemplo del románico lombardo en la comarca del Bages y fue el primer monasterio que se construyó en la montaña.
Eso sí, el abad Oliba fue muy insistente y, como los monjes de Santa Cecilia no le quisieron aceptar como abad (porque ya tenían uno), consiguió que los condes de Barcelona le otorgaran al monasterio que él había fundado, la jurisdicción completa de la montaña… y de esa forma acabó siendo el Monasterio de Santa María el que acabó concentrando toda la actividad religiosa. A pesar de ello, Santa Cecilia tuvo una comunidad más o menos independiente de Montserrat hasta el siglo XVI e incluso, después de la Guerra Civil, se instaló una comunidad de monjas benedictinas mientras se construía el nuevo monasterio de San Benito, donde viven aún actualmente.
12. Primer milenario de Montserrat. Comienza el segundo.

En este momento en que se celebra el primer milenario de Montserrat, explican desde la comunidad que aquí vive, que ahora empieza el segundo.
La montaña recibe millones de visitantes, algunos peregrinos, otros turistas y también muchos residentes que perpetúan la tradición de ir, al menos una vez al año, a Montserrat.
Es por eso que el aéreo y el tren cremallera se han convertido en los medios ideales para llegar cómodamente al santuario; sin caravanas, sin problemas de estacionamiento y sin grandes caminatas desde el parking hasta el santuario. Si subís con el tren cremallera, recordad que el estacionamiento en la estación de Monistrol es enorme y gratuito. Con el aéreo también, aunque el parking es más pequeñito.
Y si queréis que os acompañemos, estaremos encantados de hacerlo. Os contaremos estas, pero también otras muchas cosas sobre este lugar mágico, espiritual, histórico, simbólico y entrañable para nosotros, pero también para todos los catalanes.