Hoy se celebra el Día Internacional de los Museos y nosotros queremos hacerlo hablando de una de las esculturas que más nos gustan de cuantas se exponen en el MNAC, el gran museo-libro de historia del arte catalán que tenemos en Barcelona.
Una de las piezas que nos llama más la atención en la colección de arte moderno del MNAC es Lucrecia. Es una obra que no sólo se representa la lucha contra la tiranía de los reyes de Roma y el nacimiento de la República romana, sino que también idealiza la virtud de Lucrecia que se sacrifica para salvar el honor de su familia. Lucrecia ha sido representada por muchos y grandes artistas pero la magnífica escultura que se expone en el MNAC es obra de Damià Campeny.
Clasicismo catalán
Damià Campeny (1781 – 1855) fue estudiante y profesor de la Llotja, la Academia de Bellas Artes de Barcelona y llegó a ser el director de la sección de escultura de la escuela. Trabajó en el taller de escultores como Salvador Gurri y Nicolau Travé y finalmente abrió su propio taller donde realizó encargos para varias parroquias de Barcelona.
Campeny obtuvo una beca de la Junta de Comercio para ir a estudiar a Roma donde vivió durante 18 años. Allí conoció al escultor Antonio Cánova, considerado uno de los mejores escultores neoclasicistas italianos y trabajó en un taller en el Vaticano donde esculpió piezas como el Hércules Farnese o el Neptuno.
Durante su estancia en Italia envió una serie de obras a la Junta de Comercio de Barcelona y Lucrecia fue una de ellas. Se conservan tres reproducciones de la misma escultura. Tal y como se solía hacer entonces, en 1804 llegó a Barcelona la copia en yeso, hoy día conservada en la Biblioteca-Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú; una versión en mármol que se conserva en la Llotja de Barcelona y esta magnífica versión en bronce expuesta en el MNAC.
Mito o realidad
Es bastante seguro que la historia de Lucrecia sea un mito. Sin embargo, el historiador romano Tito Livio nos cuenta que durante el asedio a la ciudad de Ardea un grupo de aristócratas romanos bastante ebrios debatía sobre cual de sus esposas era la mejor.
Lucio Tarquino Colatino, miembro de la familia reinante en Roma en aquel momento defendía que su esposa, Lucrecia, era la más virtuosa. Para poder demostrarlo, se dirigieron todos a la ciudad y a la llegada a Roma, encontraron a todas la mujeres celebrando una fiesta menos Lucrecia, que estaba en casa tejiendo junto con sus sirvientas. A la llegada de los hombres a su casa, la abnegada Lucrecia sirvió la cena a su esposo y sus compañeros.
Poco tiempo después, Sexto Tarquinio, sobrino del rey de Roma, enamorado de Lucrecia, la visitó en su casa y la violó. Tras este hecho, Lucrecia hizo venir a su esposo y a su padre para contarles lo sucedido. Y después de relatarlo, se suicidó clavándose un puñal.
Mostrando el cuerpo inerte de Lucrecia, su pariente Lucio Junio Bruto incitó al pueblo de Roma a la revuelta. Los Tarquinos se vieron obligados a huir a Etruria y la monarquía romana fue sustituida por la República.
La escultura
Reclinada sobre una silla curul, la silla de marfil que utilizaban los ediles romanos, Lucrecia reposa sus pies con sandalias en un segundo plano, donde está el estilete que le ha causado la muerte. El brazo derecho se apoya sobre la pierna y el izquierdo cae libremente. El vestido, desgarrado, deja al descubierto los brazos, el cuello y el seno derecho. La herida al lado izquierdo, desplazada del corazón, es un corte discreto del cual caen algunas gotas de sangre. Los ojos casi cerrados y la boca entreabierta ayudan a crear una expresión de dolor, placidez y paz.
¿Qué le parece esta escultura? ¿Le gusta? Nosotros estamos deseando poderla ver de nuevo en el Museo y estamos seguros de poder hacerlo dentro de muy poco tiempo. Si quiere que le acompañemos en una visita al MNAC la próxima vez que visite Barcelona, contactenos y le organizaremos una visita adaptada a su interés.